Fisterra

    Halitosis

    ¿De qué hablamos?


    La halitosis se define como el olor desagradable que procede del aliento de una persona y provoca impacto en la calidad de vida e interacciones sociales (Kapoor U, 2016).

    La prevalencia es muy variable al tratarse en muchas ocasiones de una sensación subjetiva con diferencias en la apreciación del olor, se estima en un 32%. Aun así, se considera una situación infravalorada. No existen diferencias por sexo, aunque su incidencia aumenta con la edad (Madhushankari GS, 2015; Silva MF, 2018; Wu J, 2020). Se consideran factores de riesgo la presencia de boca seca, tabaquismo, determinados hábitos dietéticos (consumo de ajo, cebollas y especies) y el consumo de alcohol (Wu J, 2020).

    Se relaciona con la acción de bacterias anaerobias Gram negativas (aunque en estadios iniciales también pueden estar implicados microorganismos Gram positivos) sobre los restos de alimentos en zonas interdentales y en la zona posterior de la lengua y las amígdalas, en cuyas criptas profundas puede acumularse el “caseum” que puede originar halitosis e incluso tonsilolitos, cuando se mineraliza. También pueden contribuir las enfermedades periodontales o presencia de dentaduras postizas con mala conservación. La descomposición que produce esta microbiota a través de la degradación de diferentes aminoácidos, da lugar a la emisión de derivados sulfúricos volátiles como el sulfuro de hidrógeno, el metilmercaptano y el sulfuro de dimetilo, ácidos grasos de cadena corta, indol y poliamina, que están presentes en el aire de pacientes con halitosis (Rio ACD, 2008; Al-Abbasi AM, 2009; Hampelska K, 2020; Foo LH, 2021).

    Su clasificación y causas más frecuentes se muestran en las tablas 1 y 2 (Seemann R, 2014; Kapoor U, 2016; Wu J, 2020; Memon MA, 2022).

    Tabla 1. Clasificación de la halitosis.
    Verdadera Fisiológica Es autolimitada, no impide al paciente llevar una vida normal y responde a la higiene oral habitual principalmente de la zona dorso posterior de la lengua. No existe una enfermedad o causa específica que la provoque.
    Patológica Relacionada en el 80-90% de los casos con causas orales, aunque también patologías a nivel sistémico la pueden producir.
    Subjetiva Pseudohalitosis El paciente percibe mal olor en su aliento que los demás no detectan y no se puede objetivar con las pruebas diagnósticas. Puede afectar hasta el 25% de los pacientes que refieren halitosis. Generalmente mejora con medidas de higiene oral.
    Halitofobia Después de tratar la halitosis y la pseudohalitosis, el paciente persiste en la idea de sufrirla, sin evidencia física ni social de su presencia. Deben descartarse todas las causas orgánicas. Puede afectar hasta el 0,5-1% de la población adulta.
    Síndrome de referencia olfativa Se trata de un trastorno psiquiátrico en que el paciente tiene una idea preconcebida de su mal olor bucal y personal, lo que puede provocar aislamiento social.

    Tabla 2. Etiología de la halitosis.
    Transitoria
    • Mal aliento matutino.
    • Ingesta de determinados alimentos (ajo, cebollas, especies picantes).
    • Consumo de tabaco y alcohol.
    Patológica Causas orales
    • Enfermedad crónica periodontal y gingivitis.
    • Higiene oral deficiente.
    • Reconstrucciones dentales deterioradas.
    • Absceso dentario y fístula oro-antral.
    • Estomatitis y glositis.
    • Enfermedades faríngeas víricas, bacterianas o fúngicas. Úlceras. Cáncer faríngeo primario.
    • Enfermedad amigdalar.
    Causas extraorales
    • Enfermedad parotídea primaria o secundaria a fármacos o enfermedades sistémicas.
    • ORL y respiratorias: sinusitis, pólipos nasales, rinitis, tumores, cuerpo extraño, epiglotitis y anomalías cráneo-faciales. Enfermedades respiratorias infecciosas, bronquiectasias, carcinoma bronquial o presencia de cuerpo extraño.
    • Enfermedades digestivas: divertículo de Zenker, reflujo gastroesofágico, acalasia, estómago de retención, hemorragia digestiva, infección por Helicobacter pylori, cáncer gástrico, síndrome de malabsorción o infección entérica, patología biliar, cirrosis hepática.
    • Otras: diabetes mellitus, insuficiencia renal y hepática, discrasias sanguíneas, enfermedades autoinmunes, trastornos bioquímicos (trimetilaminuria), fiebre, deshidratación, déficits vitamínicos o de minerales, e intoxicaciones por plomo, mercurio, bismuto y arsénico.
    • Fármacos: anticolinérgicos, antineoplásicos, fenotiacidas, compuestos yodados, nitrato de amilo, dinitrato de isosorbide, antihipertensivos, anfetaminas, metronidazol, bifosfonatos, antihistamínicos, ansiolíticos, antipsicóticos y antidepresivos.

    ¿Cómo se diagnostica?

    Para ver el texto completo debe de estar suscrito a Fisterra

    ¿Cuál es el tratamiento?

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    Bibliografía

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    Más en la red

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    Autoras

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    Conflicto de intereses
    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

    Halitosis

    Fecha de revisión: 10/11/2022
    • Guía
    Índice de contenidos

    ¿De qué hablamos?


    La halitosis se define como el olor desagradable que procede del aliento de una persona y provoca impacto en la calidad de vida e interacciones sociales (Kapoor U, 2016).

    La prevalencia es muy variable al tratarse en muchas ocasiones de una sensación subjetiva con diferencias en la apreciación del olor, se estima en un 32%. Aun así, se considera una situación infravalorada. No existen diferencias por sexo, aunque su incidencia aumenta con la edad (Madhushankari GS, 2015; Silva MF, 2018; Wu J, 2020). Se consideran factores de riesgo la presencia de boca seca, tabaquismo, determinados hábitos dietéticos (consumo de ajo, cebollas y especies) y el consumo de alcohol (Wu J, 2020).

    Se relaciona con la acción de bacterias anaerobias Gram negativas (aunque en estadios iniciales también pueden estar implicados microorganismos Gram positivos) sobre los restos de alimentos en zonas interdentales y en la zona posterior de la lengua y las amígdalas, en cuyas criptas profundas puede acumularse el “caseum” que puede originar halitosis e incluso tonsilolitos, cuando se mineraliza. También pueden contribuir las enfermedades periodontales o presencia de dentaduras postizas con mala conservación. La descomposición que produce esta microbiota a través de la degradación de diferentes aminoácidos, da lugar a la emisión de derivados sulfúricos volátiles como el sulfuro de hidrógeno, el metilmercaptano y el sulfuro de dimetilo, ácidos grasos de cadena corta, indol y poliamina, que están presentes en el aire de pacientes con halitosis (Rio ACD, 2008; Al-Abbasi AM, 2009; Hampelska K, 2020; Foo LH, 2021).

    Su clasificación y causas más frecuentes se muestran en las tablas 1 y 2 (Seemann R, 2014; Kapoor U, 2016; Wu J, 2020; Memon MA, 2022).

    Tabla 1. Clasificación de la halitosis.
    Verdadera Fisiológica Es autolimitada, no impide al paciente llevar una vida normal y responde a la higiene oral habitual principalmente de la zona dorso posterior de la lengua. No existe una enfermedad o causa específica que la provoque.
    Patológica Relacionada en el 80-90% de los casos con causas orales, aunque también patologías a nivel sistémico la pueden producir.
    Subjetiva Pseudohalitosis El paciente percibe mal olor en su aliento que los demás no detectan y no se puede objetivar con las pruebas diagnósticas. Puede afectar hasta el 25% de los pacientes que refieren halitosis. Generalmente mejora con medidas de higiene oral.
    Halitofobia Después de tratar la halitosis y la pseudohalitosis, el paciente persiste en la idea de sufrirla, sin evidencia física ni social de su presencia. Deben descartarse todas las causas orgánicas. Puede afectar hasta el 0,5-1% de la población adulta.
    Síndrome de referencia olfativa Se trata de un trastorno psiquiátrico en que el paciente tiene una idea preconcebida de su mal olor bucal y personal, lo que puede provocar aislamiento social.

    Tabla 2. Etiología de la halitosis.
    Transitoria
    • Mal aliento matutino.
    • Ingesta de determinados alimentos (ajo, cebollas, especies picantes).
    • Consumo de tabaco y alcohol.
    Patológica Causas orales
    • Enfermedad crónica periodontal y gingivitis.
    • Higiene oral deficiente.
    • Reconstrucciones dentales deterioradas.
    • Absceso dentario y fístula oro-antral.
    • Estomatitis y glositis.
    • Enfermedades faríngeas víricas, bacterianas o fúngicas. Úlceras. Cáncer faríngeo primario.
    • Enfermedad amigdalar.
    Causas extraorales
    • Enfermedad parotídea primaria o secundaria a fármacos o enfermedades sistémicas.
    • ORL y respiratorias: sinusitis, pólipos nasales, rinitis, tumores, cuerpo extraño, epiglotitis y anomalías cráneo-faciales. Enfermedades respiratorias infecciosas, bronquiectasias, carcinoma bronquial o presencia de cuerpo extraño.
    • Enfermedades digestivas: divertículo de Zenker, reflujo gastroesofágico, acalasia, estómago de retención, hemorragia digestiva, infección por Helicobacter pylori, cáncer gástrico, síndrome de malabsorción o infección entérica, patología biliar, cirrosis hepática.
    • Otras: diabetes mellitus, insuficiencia renal y hepática, discrasias sanguíneas, enfermedades autoinmunes, trastornos bioquímicos (trimetilaminuria), fiebre, deshidratación, déficits vitamínicos o de minerales, e intoxicaciones por plomo, mercurio, bismuto y arsénico.
    • Fármacos: anticolinérgicos, antineoplásicos, fenotiacidas, compuestos yodados, nitrato de amilo, dinitrato de isosorbide, antihipertensivos, anfetaminas, metronidazol, bifosfonatos, antihistamínicos, ansiolíticos, antipsicóticos y antidepresivos.

    ¿Cómo se diagnostica?

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    Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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    Fecha de revisión: 10/11/2022

    ¿De qué hablamos?


    La halitosis se define como el olor desagradable que procede del aliento de una persona y provoca impacto en la calidad de vida e interacciones sociales (Kapoor U, 2016).

    La prevalencia es muy variable al tratarse en muchas ocasiones de una sensación subjetiva con diferencias en la apreciación del olor, se estima en un 32%. Aun así, se considera una situación infravalorada. No existen diferencias por sexo, aunque su incidencia aumenta con la edad (Madhushankari GS, 2015; Silva MF, 2018; Wu J, 2020). Se consideran factores de riesgo la presencia de boca seca, tabaquismo, determinados hábitos dietéticos (consumo de ajo, cebollas y especies) y el consumo de alcohol (Wu J, 2020).

    Se relaciona con la acción de bacterias anaerobias Gram negativas (aunque en estadios iniciales también pueden estar implicados microorganismos Gram positivos) sobre los restos de alimentos en zonas interdentales y en la zona posterior de la lengua y las amígdalas, en cuyas criptas profundas puede acumularse el “caseum” que puede originar halitosis e incluso tonsilolitos, cuando se mineraliza. También pueden contribuir las enfermedades periodontales o presencia de dentaduras postizas con mala conservación. La descomposición que produce esta microbiota a través de la degradación de diferentes aminoácidos, da lugar a la emisión de derivados sulfúricos volátiles como el sulfuro de hidrógeno, el metilmercaptano y el sulfuro de dimetilo, ácidos grasos de cadena corta, indol y poliamina, que están presentes en el aire de pacientes con halitosis (Rio ACD, 2008; Al-Abbasi AM, 2009; Hampelska K, 2020; Foo LH, 2021).

    Su clasificación y causas más frecuentes se muestran en las tablas 1 y 2 (Seemann R, 2014; Kapoor U, 2016; Wu J, 2020; Memon MA, 2022).

    Tabla 1. Clasificación de la halitosis.
    Verdadera Fisiológica Es autolimitada, no impide al paciente llevar una vida normal y responde a la higiene oral habitual principalmente de la zona dorso posterior de la lengua. No existe una enfermedad o causa específica que la provoque.
    Patológica Relacionada en el 80-90% de los casos con causas orales, aunque también patologías a nivel sistémico la pueden producir.
    Subjetiva Pseudohalitosis El paciente percibe mal olor en su aliento que los demás no detectan y no se puede objetivar con las pruebas diagnósticas. Puede afectar hasta el 25% de los pacientes que refieren halitosis. Generalmente mejora con medidas de higiene oral.
    Halitofobia Después de tratar la halitosis y la pseudohalitosis, el paciente persiste en la idea de sufrirla, sin evidencia física ni social de su presencia. Deben descartarse todas las causas orgánicas. Puede afectar hasta el 0,5-1% de la población adulta.
    Síndrome de referencia olfativa Se trata de un trastorno psiquiátrico en que el paciente tiene una idea preconcebida de su mal olor bucal y personal, lo que puede provocar aislamiento social.

    Tabla 2. Etiología de la halitosis.
    Transitoria
    • Mal aliento matutino.
    • Ingesta de determinados alimentos (ajo, cebollas, especies picantes).
    • Consumo de tabaco y alcohol.
    Patológica Causas orales
    • Enfermedad crónica periodontal y gingivitis.
    • Higiene oral deficiente.
    • Reconstrucciones dentales deterioradas.
    • Absceso dentario y fístula oro-antral.
    • Estomatitis y glositis.
    • Enfermedades faríngeas víricas, bacterianas o fúngicas. Úlceras. Cáncer faríngeo primario.
    • Enfermedad amigdalar.
    Causas extraorales
    • Enfermedad parotídea primaria o secundaria a fármacos o enfermedades sistémicas.
    • ORL y respiratorias: sinusitis, pólipos nasales, rinitis, tumores, cuerpo extraño, epiglotitis y anomalías cráneo-faciales. Enfermedades respiratorias infecciosas, bronquiectasias, carcinoma bronquial o presencia de cuerpo extraño.
    • Enfermedades digestivas: divertículo de Zenker, reflujo gastroesofágico, acalasia, estómago de retención, hemorragia digestiva, infección por Helicobacter pylori, cáncer gástrico, síndrome de malabsorción o infección entérica, patología biliar, cirrosis hepática.
    • Otras: diabetes mellitus, insuficiencia renal y hepática, discrasias sanguíneas, enfermedades autoinmunes, trastornos bioquímicos (trimetilaminuria), fiebre, deshidratación, déficits vitamínicos o de minerales, e intoxicaciones por plomo, mercurio, bismuto y arsénico.
    • Fármacos: anticolinérgicos, antineoplásicos, fenotiacidas, compuestos yodados, nitrato de amilo, dinitrato de isosorbide, antihipertensivos, anfetaminas, metronidazol, bifosfonatos, antihistamínicos, ansiolíticos, antipsicóticos y antidepresivos.

    ¿Cómo se diagnostica?

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